Los kilos de más se asocian con un aumento considerable del riesgo de muerte, según indica una investigación.

La reciente investigación, publicada en las páginas de la revista 'The Lancet', demuestra que los kilos de más incrementan de forma más que considerable el riesgo de muerte.

Los autores de este trabajo, dirigidos por Richard Peto y Gary Whitlock, de la Universidad de Oxford (Reino Unido) decidieron poner en marcha su estudio al comprobar el alarmante aumento de las tasas de obesidad y sobrepeso documentadas en todo el mundo en los últimos años.

Para ello, utilizaron los registros de 57 investigaciones prospectivas realizadas principalmente en Norte América y Europa que aportaban información sobre un total de 894.576 personas.

Entre todos los parámetros disponibles, los investigadores prestaron especial atención al índice de masa corporal (IMC) de cada paciente, un indicador que se obtiene al dividir el peso por la talla al cuadrado y sirve para calcular el sobrepeso. (Se considera que un IMC superior a 25 indica exceso de peso y que, por encima de 30 existe obesidad).

Después, comprobaron cómo había sido su evolución al menos en los cinco años siguientes a esta medición. Durante ese tiempo, 15.996 participantes fallecieron.

Los resultados de su trabajo pusieron de manifiesto que las personas cuyo índice de masa corporal oscilaba entre 22,5 y 25 presentaban las tasas de mortalidad más bajas de la muestra.

Además, los investigadores comprobaron que, por encima de ese rango, cada aumento de cinco puntos en el índice de masa corporal se asociaba con un incremento del 30% en el riesgo de muerte por cualquier causa, si bien las enfermedades vasculares eran muy comunes en el registro.

"Evitando subir de un índice de masa corporal de 28 a uno de 32, una persona a principios de la mediana edad estaría ganando dos años de esperanza de vida", señalan en su trabajo los investigadores, quienes remarcan que los beneficios serían aún mayores si uno se mantiene dentro de un peso considerado normal.

En sus conclusiones, los investigadores también señalan que los efectos perjudiciales de una obesidad severa son similares a los producidos por el tabaquismo.



Una alimentación ¡sana para todos!' es el título de la guía elaborada por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), organismo dependiente del Ministerio de Sanidad, dirigida especialmente a inmigrantes con el objetivo de proporcionar la información necesaria para que personas con culturas y orígenes diferentes puedan acceder a una alimentación sana y equilibrada en nuestro país.

Esta guía está dirigida a inmigrantes que viven en España, especialmente los que viven con su familia. Se han adaptado los contenidos para abarcar a los seis grupos mayoritarios en nuestro país: latinoamericanos, procedentes de Europa del Este, magrebíes, del África Subsahariana, de la zona indo-pakistaní y de China.

El presidente de la AESAN, Roberto Sabrido, ha estado acompañado durante la presentación por los especialistas que han participado en la elaboración de la guía: Josep Tur Marí, Margarita Serra Alías, Joy Ngo de la Cruz y Mercé Vidal Ibáñez.

Mediante esta guía, de la que se han editado 50.000 ejemplares que se distribuirán a través de consulados, ONG y Oficinas Municipales de Información al Consumidor, Sanidad quiere mostrar a los distintos colectivos que viven en nuestro país que es posible seguir una alimentación sana, equilibrada y variada. Tanto si prefieren la gastronomía española como si prefieren consumir alimentos típicos de su cultura.

En la guía se ofrecen tablas de equivalencia de productos alimenticios, con las que se puede adaptar la pirámide de los alimentos a cada cultura. "Esta guía es una herramienta que contribuirá a la integración de los recién llegados en la sociedad española a través de la alimentación", ha afirmado Sabrido.

En el documento puede leerse, por ejemplo, que una manzana equivale a media papaya (o tres dátiles), y una rebanada de pan a media torta de maíz. Una patata se correspondería con un tercio de yuca o, lo que es lo mismo, una panocha de maíz grande. Un plato de pasta puede compararse en calorías y nutrientes a uno de cuscús.

Contra la obesidad y la desigualdad

El libro tiene un doble objetivo: sanitaria (lucha contra la obesidad), y servir de instrumento de lucha contra la desigualdad, ya que los inmigrantes tienen por lo general menos recursos económicos y un acceso a la información menor. Además, existen menos hábitos de actividad física y no hay la concienciación de que ésta es necesaria para una vida saludable.

Para adecuar las recomendaciones a las distintas poblaciones a las que va dirigida la publicación se ha trabajado con grupos de inmigrantes, lo que ha permitido profundizar en las costumbres culinarias y conocer sus hábitos gastronómicos y saber qué concepto tienen sobre una alimentación sana y equilibrada. El libro incluye, entre otras cosas, recetas, alimentos y cantidades recomendables para cada segmento de edad y sexo, y tabla de equivalencias nutricionales entre alimentos y productos de sus países y de los de España.



Para dar un nuevo color a nuestra imagen o para disimular las canas. El uso de los tintes está muy extendido y cada vez se utilizan más. Un equipo de científicos japoneses ha hallado una enzima que podría ser clave en el futuro desarrollo del primer 'tinte ecológico' del mundo. ¿Su gran ventaja? Evitar los daños que los productos convencionales de teñido causan en el cabello, como la fragilidad y la pérdida de elasticidad, entre otros.

"El empleo repetido de los tintes convencionales puede dejar el pelo sin brillo, sin vida y puede romperse con facilidad; además de irritar el cuero cabelludo y otras partes del cuerpo si se utilizan decolorantes del vello", afirma Kenzo Koike, el autor principal del estudio. Aunque las compañías que los fabrican conocen estos efectos, "es muy difícil cambiar los componentes principales de los tintes y los decolorantes, como el peróxido de hidrógeno", añade. El tratamiento con este tipo de componentes causa daños al cabello debido a la desnaturalización y la descomposición que se produce de la queratina, proteína responsable de proteger la salud del cabello.

En la búsqueda incesante de agentes químicos más suaves, un grupo de investigadores de la Universidad de Kobe (Japón) ha hallado un componente ecológico, una enzima que no sólo abre las puertas a un nuevo producto para dar color, también permitiría mejorar los actuales tintes que se encuentran disponibles en el mercado, reduciendo la cantidad de peróxido de hidrógeno y también los daños capilares que conlleva.

Se trata de la primera enzima capaz de descomponer la melanina (pigmento del cuerpo que da color) del pelo humano, igual que lo hace hasta el momento el peróxido de hidrógeno. Esta descomposición es fundamental en el proceso de oxidación que requiere la coloración del cabello. Cuando se descompone la melanina se libera el oxígeno que después se encargará de oxidar los pigmentos del cabello (aclara el pelo) y activará los precursores del color.

Los cambios de color con producto convencionales causan daños en las fibras capilares. (Foto: Kenzo Koike)

Una enzima cara e inestable

Según explican los autores en el estudio presentado en el 237 Congreso Nacional de la Sociedad Americana de Química, que se celebra durante estos días, "primero, buscamos los microorganismos de la naturaleza que podían descomponer la melanina del pelo humano (se seleccionó una cepa del basidiomyceto, un tipo de hongos), pero como nadie puede cultivar hongos en su cuero cabelludo, examinamos el proceso de descomposición y, al final, identificamos la enzima responsable", explican los autores del estudio.

Esta enzima es un tipo de peróxido de hidrógeno que tan sólo "requiere una pequeña cantidad del mismo para completar la reacción de descomposición, en una concentración de uno por 1.000, comparado con los tintes y decolorantes actuales", explica a elmundo.es Kenzo Koike, quien también concluye que, basándose en las pruebas del laboratorio, la enzima es eficaz.

Desafortunadamente, aunque los tintes menos agresivos están cada vez más cerca, aún queda camino por recorrer. "Las enzimas son caras, alergénicas e inestables, así que es complicado aplicar las enzimas en productos comerciales. Tenemos que profundizar más en estas cuestiones y conocer mejor el mecanismo de reacción con la enzima".

A diferencia de los tintes semipermanentes, todos los permanentes contienen peróxido de hidrógeno. Incluyen, además, un componente con alto contenido alergénico: la parafenilendiamina (PPD). "Aquellas personas con procesos de dermatitis activa, psoriasis o problemas capilares de base, como la caspa, no deberían utilizar este tipo de productos, ya que la alteración se podría agravar", comenta Elena de las Heras, dermatóloga del Hospital Ramón y Cajal de Madrid.




La norteamericana Beth Dunn, presidenta de una empresa multimedia, alienta a su hijo de ocho años a comer sano. Le sirve alimentos orgánicos y le enseña a leer las etiquetas que figuran en las latas y cajas de cereales. "Quiere ser un chico sano", asegura esta empresaria.

Dunn es uno de los tantos padres norteamericanos que vigilan la cantidad de azúcares, alimentos procesados y grasas "trans" que consumen sus hijos. En general, su preocupación no responde tanto a un miedo a la obesidad -si bien puede figurar en la ecuación- sino al deseo de proteger a los chicos de problemas como la hiperactividad, la diabetes y las enfermedades coronarias, que en su opinión pueden evitarse, o controlarse al menos, a través de una dieta cuidadosa.

Si bien prácticamente ningún especialista criticaría a los padres por prestar atención a la dieta que siguen sus hijos, a muchos médicos, dietistas y especialistas en trastornos de la alimentación les preocupa el hecho de que algunos se muestren demasiado recelosos y hasta obsesivos en sus esfuerzos para incentivar buenos hábitos alimenticios en sus hijos. Con la mejor de las intenciones, estos padres estarían creando un entorno poco sano alrededor del tema de la comida.

"Vemos muchos casos de ansiedad en estos chicos", reveló Cynthia Bulik, directora del programa de Trastornos de la Alimentación en la Universidad de Carolina del Norte, Chapel Hill. "Van a fiestas de cumpleaños y si no sirven torta de granola les parece que no pueden comerla. La cultura actual los lleva tanto a ellos como a sus progenitores a considerar con excesiva seriedad los mensajes de salud pública", agregó.

De todos modos, no todos los padres que aplican reglas sobre alimentos saludables preparan a sus hijos para sufrir luego problemas con los alimentos. Además, se cree que trastornos clínicos como la anorexia nerviosa y la bulimia se deben a varias causas, incluida la herencia genética, la influencia de los medios de comunicación y la presión social.

Lisa Dorfman, dietista de la Universidad de Miami, dice ver con frecuencia chicos a los que los aterrorizan los alimentos considerados nocivos por su padres. Para el doctor Steven Bratman, de Denver, las personas obsesionadas con consumir alimentos sanos sufren de ortorexia. Sin embargo, David Hahn, subdirector médico en el Centro Renfrew, una clínica de trastornos clínicos de Filadelfia, directamente afirma que quienes sufren de ortorexia son anoréxicos disfrazados.

Algunos especialistas opinan que no son sólo los padres los que contribuyen a crear en los chicos esta ansiedad por los alimentos. Sostienen que hay programas nutricionales que aplican algunas escuelas que son exagerados.

La dietista Jessica Setnick recordó el caso de una adolescente aparentemente bulímica a la que su madre sólo daba arroz integral y ella lo rechazaba.