Incrementar los riesgos de obesidad puede ser tan sencillo como llevar una dieta rica en fructosa. Conozca qué alimentos la contienen y cómo alimentarse sanamente

La fructosa es un azúcar que se encuentra en las frutas y en muchos alimentos, como las galletitas, los dulces y gaseosas. Consumida en exceso puede evitar que la leptina, la hormona que controla el apetito, haga su trabajo, e incrementa el riesgo de obesidad, según sugiere un estudio en ratas de la Universidad de Florida.

La resistencia a la leptina fue asociada desde hace tiempo a la obesidad, y varios estudios demostraron que consumir demasiada fructosa podría ser un factor importante en la epidemia de la obesidad en los Estados Unidos. Este nuevo estudio es el primero en asociar la fructosa a la resistencia a la leptina, publicó el sitio Terra.com.

Los investigadores que realizaron el estudio encontraron que las ratas se volvieron resistentes a la leptina después de ser alimentadas con una dieta rica en fructosa durante seis meses. No hubo signos visibles de resistencia a la leptina, pero las ratas alimentadas con fructosa aumentaron considerablemente más peso que las ratas que nunca recibieron fructosa cuando ambos grupos fueron cambiados a una dieta rica en grasa.

El estudio, que fue publicado en la revista American Journal of Physiology, reveló que "la resistencia a la leptina es una afección que conduce a la obesidad en ratas cuando se asocia a una dieta rica en grasa. El hallazgo sorprendente aquí fue que aumentar la cantidad de fructosa en la dieta sin aumentar la cantidad de calorías condujo a la resistencia a la leptina y posteriormente a la exacerbación de la obesidad cuando se acompañó de una dieta rica en grasa", según dijo en un comunicado de prensa de la universidad el autor principal Philip J. Scarpace, profesor de farmacología y terapéutica del Colegio de medicina.

La autora del estudio, Alexandra Shapiro, científica asistente del departamento de farmacología y terapéutica aseguró que "es probable que la fructosa bloquee la acción de la leptina al cerrar el paso a la leptina al cerebro".

Asimismo, la profesional advirtió que "si estos hallazgos se aplican a los humanos, entonces podría haber consecuencias por comer una dieta rica en fructosa, pero sólo si también se consume una cantidad excesiva de calorías".


Realizar ejercicios bajo el agua hace que la flotabilidad reduzca la cantidad de presión, tensión e impacto producida sobre las articulaciones intervinientes. Cómo aprovechar las horas de ocio para estar en forma

Muchas personas encuentran en una piscina un lugar agradable para ejercitar debido a la libertad de movimientos proporciona y a los efectos reconfortantes del agua.

El sitio En Plenitud publicó consejos para ejercitar las piernas mientras se disfruta de una jornada de pileta.

* Utilice un traje de baño que le resulte cómodo y que no restrinja los movimientos de su cuerpo de ninguna manera. Tenga en cuenta que necesitará mover sus piernas en amplios ángulos.

* Encuentre una piscina con una profundidad suficiente como para sumergir la totalidad de sus piernas -si es hasta la cintura mejor- y mantener la parte superior del cuerpo fuera del agua.

Busque un lugar en la pileta, asegurándose de tener el espacio suficiente como para moverse con libertad sin interferir con el nado o la rutina de ejercicios de otras personas.

* Comience caminando lentamente de un lado hacia otro en la pileta. A medida que camina, concéntrese en mantener la espalda tan recta como pueda, levantando las rodillas hasta la altura de la superficie del agua en cada movimiento.

* Estabilícese ubicando su espalda contra uno de los laterales de la piscina, y levante las piernas de a una por vez, manteniéndolas tan rectas como le sea posible. Intente poner cada pierna en forma perpendicular a su pecho (lo más que pueda) sin generar dolor ni grandes esfuerzos. Incremente la velocidad a medida que alterna entre una pierna y la otra.

* Dese vuelta y quedando de frente al borde de la piscina, realice extensiones laterales. Sosténgase del borde para mantener el equilibrio, y levante cada pierna hacia los costados de su cuerpo mientras que mantiene el pecho y la espalda en posición recta.

* Realice extensiones aferrándose al borde de la pileta y levantando su pierna directamente hacia atrás, a modo de patada de burro. Procure no arquear la espalda mientras realice el movimiento. Alterne las piernas y sienta el esfuerzo moderado sobre los glúteos y los isquiotibiales.

* Para ejercitar los músculos del estómago, tensione los abdominales cada vez que realice una extensión de sus piernas. Mantenga un ritmo de respiración parejo mientras levanta cada pierna, concentrándose en cada inhalación y exhalación.


Las parejas ya no se casan, y si lo hacen, más de la mitad se divorcia enseguida. La mayoría elige la convivencia, y recién a los treinta y pico piensan en tener un hijo, a lo sumo serán dos. Ese es el panorama de Buenos Aires, una ciudad donde la familia tipo es de... dos personas.

Según la Encuesta Anual de Hogares de la Dirección General de Estadísticas de la Ciudad, casi el 30% de los porteños vive solo (cerca de un millón). Una cifra similar vive en pareja, y el tercio restante se divide entre quienes tienen un hijo (el 17,8%) y quienes tienen dos: sólo un 15%. Es decir, es más común un hogar de una madre o un padre divorciado que vive con un hijo (16%) que la típica familia de cuatro miembros.

La tasa global de fecundidad -el número de hijos que tiene en promedio cada mujer- se mantuvo en la ciudad en alrededor de los dos hijos por mujer durante la década del '80. Desde fines de los '90 a hoy se mantiene en 1,8.

"Si se la compara con la de otras ciudades latinoamericanas surge la similitud de su nivel con las de Montevideo (1,7) y de Santiago de Chile (1,9). Por otro lado, sobresale el menor nivel de la fecundidad de la Ciudad de La Habana, donde el número promedio de hijos por mujer es 1,2 y el mayor del Distrito Federal de México (2,1)", agrega la demógrafa Victoria Mazzeo.

La tasa de natalidad (los nacimientos que se dan cada mil habitantes) suele ser el factor decisivo para determinar la tasa de crecimiento de la población, y depende tanto del nivel de fecundidad como de la estructura de la población por edades. Al ver los índices de la Argentina, la curva es sólo descendente: en 2000 la tasa era de 18,59, en 2004 bajó a 17,19 y el año pasado llegó a 16,32.

¿Qué ocurre en el resto del mundo? El país con mayor tasa de natalidad es Nigeria: 49,62. Y los más bajos: Italia con 8,36, Alemania 8,18 y Japón, 7,87. Para darse una idea, con respecto a este índice, la ciudad de Buenos Aires tiene 14. Hace cien años era de 34,5.

Clarin.com